martes, 21 de julio de 2015

7 Maneras Efectivas de Orar Por Nuestros Hermanos Bajo Persecución


7 Maneras Efectivas de Orar Por Nuestros Hermanos Bajo Persecución

BY JULIE NUNEZ

Hace unos años en un viaje misionero a Ucrania, conocí a algunos seguidores de Jesucristo que eran recién convertidos. 
Ellos ya sufrían por su nueva fe, bajo las amenazas del gobierno y de sus seres queridos que resentían los cambios. Cuando partí, me rogaron:

“Cuando regreses al continente americano, cuéntales a todos de nosotros y pídeles que no nos olviden.”

El hecho de que les importara tanto que no los olvidáramos, hizo un gran impacto en mi vida. Desde entonces, cuando veo en las noticias que decapitaron o ahogaron a seguidores de Jesucristo, oro por sus familias que les sobreviven y por las próximas víctimas. También oro por las personas que sufren pérdida de aceptación, trabajo y vivienda a causa de seguir a Jesucristo. Mi oración es que todos los que sufren por Su nombre sepan que los cristianos en todo el mundo los recordamos con fervor en nuestras oraciones y que no los olvidamos. De acuerdo a la Biblia, ellos son héroes de la fe, no sólo para nosotros, sino en el Reino de los Cielos por toda la eternidad.
Sin embargo, la mayoría de las personas preferimos no pensar en un tema tan triste y pesado, como lo es la persecución de los santos (todos los que hemos sido redimidos por la sangre de Jesucristo y hemos puesto nuestra fe en Él para salvación). 
De acuerdo a la organización cristiana, CRU, actualmente hay 200 millones de personas en todo el mundo que padecen persecución a causa de Jesucristo. Si recordáramos que nuestras oraciones hacen una gran diferencia, creo que nos uniríamos en oración ferviente por los que sufren por seguir a Jesucristo.
Pero el segundo reto al que muchos nos enfrentamos al querer orar por los perseguidos, es que no sabemos cómo empezar nuestras súplicas.

Siga estas 7 maneras de orar por nuestros hermanos bajo persecución y vea el poder de Dios. No sólo animará la fe de 
ellos, sino también la de nosotros al ser obedientes a Dios en oración.

1. Que no les falte la fe y que nunca duden de la bondad de Dios.

Toda dificultad puede causar una de dos cosas en el ser humano: Que dudemos del cuidado de Dios y perdamos la esperanza, o que nuestra fe se fortalezca al punto de ser inquebrantable, como lo era para los tres amigos de Daniel en la Biblia.
Cuando estos tres jóvenes en Babilonia estaban siendo forzados a negar al Dios verdadero y postrarse ante un ídolo, su respuesta fue una de confianza total en el plan de Dios, pasara lo que pasara.
“Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. 
Pero SI NO LO HACE, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado (Daniel 3:17-18 énfasis agregado). ¡Ellos estaban dispuestos aun a morir por ser fieles al Dios verdadero y no negar su fe! 
Jesucristo nos enseñó a orar a nuestro Padre que está en los cielos: “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal 
(Mateo 6:13). Es decir, debemos pedir que las pruebas no nos causen la tentación de dudar de Dios y pecar contra Él, sino una oportunidad para fortalecer nuestra fe.
Oremos por nuestros hermanos para que no les falte la fe en el amor de Dios por ellos.

2. Que Dios abra sus ojos espirituales y puedan ver la gloria de Dios para ser fortalecidos.

Cuando Esteban, en el libro de los Hechos, fue perseguido por los líderes religiosos, sus ojos fueron abiertos y él pudo ver la gloria de Dios y a Jesucristo de pie al lado de Dios. Y mientras apedreaban a este primer mártir, él se fortaleció invocando el nombre del Señor y diciendo: “Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hechos 7:55, 59).
No es de sorprenderse que después, el apóstol Pablo considera los sufrimientos que padece y aun la muerte, como nada a comparación de la gloria que vendrá (Romanos 8:18). También cuando Pablo le pide a Dios que lo libere de su aguijón, Dios le responde que Su gracia es suficiente para él.
“Y Él me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me 
gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí” (2 Corintios 12:9).
Oremos para que las penas  de nuestros hermanos se minimicen a comparación de la gracia y la gloria de Dios que ellos 
experimenten.

3. Que Dios los libre milagrosamente del mal y provea para todas sus necesidades físicas, emocionales y espirituales.

Si Dios cuida de los pajarillos, ¿cuánto más de sus hijos por quienes murió Jesucristo? Por lo cual, nuestro líder, Jesucristo, 
nos dijo que le pidiéramos al Padre nuestro pan diario de cada día. Dios promete proveer para todas nuestras necesidades de acuerdo a Sus riquezas en gloria (Mateo 6:26, 11, Filipenses 4:19).
El apóstol Pablo pasó por sufrimiento intenso, incluyendo naufragio, azotes, y apedreo, entre otros, y en una ocasión le 
habían dado por muerto, pero él nunca perdió la esperanza.
“Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, 
pero no destruidos; llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Corintios 4:8-10).
Oremos para que Dios provea para todas las necesidades de nuestros hermanos que sufren y que nunca pierdan la esperanza.

4. Que recuerden que la guerra es espiritual y que Jesucristo ya venció.

Detrás de los hombres malvados, hay huestes espirituales que tienen permiso temporal de hacer mal. ¡Pero al final serán 
vencidos totalmente por el Rey Jesucristo que ya venció todo pecado, maldad y la muerte misma! Dios ya despojó a los 
poderes y autoridades e hizo un espectáculo público de ellos, triunfando sobre ellos por medio de Jesucristo (Colosenses 2:15).
La Biblia describe al Diablo como un león rugiente que hace mucho ruido ahora, pero al final será lanzado al lago de fuego 
para siempre y sin poder alguno. (Apocalipsis 20:10).
La primera vez, Jesucristo vino como un tierno bebé que creció y fue perseguido y crucificado por los hombres malvados. 
Pero en Su segunda venida, Él regresará como Rey victorioso, montado sobre un caballo blanco, con una espada de dos filos 
para vencer todo mal. El cielo se partirá y todo ojo le verá. Para Sus seguidores, será una celebración inefable, pero para los 
hacedores de mal, será el terror más grande que pudieran imaginar (Apocalipsis 1:7).
Oremos para que Dios les recuerde a nuestros hermanos la verdad de Su poder y de Su victoria.

5. Que sean fortalecidos al recordar que su recompensa es grande en los cielos y que no están solos en su sufrimiento.

La recompensa de los que sufren por Jesucristo es más grande que cualquier riqueza, honor o prestigio que se pudiera acumular en esta tierra.
“Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de 
mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros (Mateo 5:11-12).
Así mismo, la Biblia nos anima y recuerda que estamos rodeados de una gran nube de testigos de héroes de la fe que también han sufrido por Su nombre. Jesucristo mismo, menospreció su vergüenza y soportó terrible hostilidad de los pecadores contra sí mismo, por el gozo puesto delante de Él de salvar a muchos (Hebreos 12:1-3).
Por si fuera poco, Dios manda que no nos desalentemos porque Él es nuestros Dios. Él nos fortalecerá, ayudará y sostendrá (Isaías 41:10).
Oremos para que nuestros hermanos sean alentados por la recompensa que les espera y porque Dios y todos nosotros estamos con ellos.

6. Que recuerden: Jesucristo dijo que íbamos a sufrir, pero que Él ya venció.

Si realmente estamos siguiendo al Maestro, vamos a sufrir de alguna manera u otra por Su nombre. Y debemos hacerlo con 
gran honor.
“Acordaos de la palabra que yo os dije: “Un siervo no es mayor que su señor.’ Si me persiguieron a mí, también os perseguirán a vosotros; si guardaron mi palabra, también guardarán la vuestra (Juan 15:20).
También nos enseñó que vamos a tener tribulación en este mundo, pero debemos confiar porque Él ya ha vencido al mundo y al final nuestra aflicción se convertirá en alegría (Juan 16:33, Juan 16:22).
Oremos para que el sufrimiento de ellos les sea milagrosamente causa de gozo al saber que Jesucristo es el vencedor.

7. Orar por los que nos persiguen y por la expansión del evangelio de Dios.

Dios nos manda, no sólo que oremos los unos por los otros, sino también por los que están en autoridad sobre nosotros, sean justos o malos. Aunque sea difícil de aceptar, Dios quiere que aún los hombres de mal que roban y matan a nuestros queridos hermanos en Cristo, sean perdonados y salvos.
“Exhorto, pues, ante todo que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres; por los 
reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad (I Timoteo 2:1-4 énfasis agregado).
Jesucristo también nos mandó que amaramos a nuestros enemigos y que oremos por los que nos persiguen (Mateo 5:44).
Históricamente hablando, cuando hay persecución, también hay gran avivamiento y el reino de Dios avanza. Es de admirarse 
que el apóstol Pablo, más que pedir por su liberación o comodidad, pidió que tuviera oportunidades para hablar de Jesucristo con denuedo y que el evangelio se expandiera sin importar lo que tuviera que sufrir (Efesios 6:20).
En conclusión…Algún día nosotros mismos podríamos encontrarnos entre los perseguidos por Jesucristo, o tal vez ya lo 
seamos de alguna manera.
El hecho de estar en oración por los que sufren, nos recuerda que vamos por buen camino, obedeciendo a Dios y confiando en el que nos salva de todo mal. Y aunque en esta vida lleguemos a ser dignos de perder la vida por Él, nadie puede destruir nuestra alma que reinará eternamente con Dios en los nuevos cielos y la nueva tierra, donde no habrá más llanto, ni dolor.
“[Dios] enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” (Apocalipsis 21:4).
No obstante las circunstancias físicas, Dios promete ser nuestro cuidador y el que nos cubre y nos hace vivir confiados. 
Podrán matar nuestro cuerpo, pero no pueden matar nuestra alma ni espíritu. Y en aquel día, Dios resucitará aun nuestro cuerpo y reinaremos con Él por siempre y siempre (Romanos 8:11, 2 Timoteo 2:12).

Oremos los unos por los otros mientras todavía es de día.


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EN RESUMEN
Para imprimir y tenerlo presente en nuestras oraciones

1. Que no les falte la fe y que nunca duden de la bondad de Dios.
2. Que Dios abra sus ojos espirituales y puedan ver la gloria de Dios para ser fortalecidos.
3. Que Dios los libre milagrosamente del mal y provea para todas sus necesidades físicas, emocionales y espirituales.
4. Que recuerden que la guerra es espiritual y que Jesucristo ya venció.
5. Que sean fortalecidos al recordar que su recompensa es grande en los cielos y que no están solos en su sufrimiento.
6. Que recuerden: Jesucristo dijo que íbamos a sufrir, pero que Él ya venció.
7. Orar por los que nos persiguen y por la expansión del evangelio de Dios.


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